A pesar de los reiterados y desalentadores intentos por producir una aleación de altísima resistencia, el metalúrgico Roger Berglund y su equipo se negaron a abandonar la investigación, la cual, años más tarde, potenciaría la inminente revolución informática. Más de 30 años después, Kanthal® APM sigue siendo uno de los productos más vendidos de la empresa.
En el segundo día de trabajo de Roger en Kanthal en 1986, lo asignaron, sin demasiados rodeos, a un proyecto para usar polvo en la producción de una nueva aleación experimental, que tenía que brindar respuesta a la creciente demanda de producción.
La razón para desarrollar un producto nuevo era simple. Los semiconductores que se utilizaban en electrónica eran de obleas de silicio, que se debían procesar a temperaturas muy precisas para lo que se necesitaba un rango de entre 1250-1280 °C (2280-2330 °F). Este proceso se realiza en un horno de difusión que, en ese momento, tenía un diámetro interior de entre 250-300 mm. Debido a que los fabricantes de semiconductores querían aumentar el diámetro de la oblea de silicio para obtener más dispositivos por sustrato, el diámetro del casete de difusión tenía que aumentar. Sin embargo, las aleaciones convencionales no lograban mantener la forma y la estabilidad de la bobina del casete de difusión.
Kanthal tuvo que encontrar una solución, ya que en el mercado de los semiconductores se estaban produciendo grandes cambios a raíz de una demanda impulsada por la evolución de la tecnología de la información. "Esto fue antes de que la mayoría de las personas fuera de la comunidad de investigación académica ni siquiera hubieran oído hablar de Internet", recuerda Roger. "Ya existían algunas de las primeras consolas de juegos, pero casi nadie tenía un ordenador en casa; los ordenadores del trabajo eran primitivos y no estaban interconectados, pero, aun así, era evidente que esta industria estaba a punto de dar un gran salto".
Kanthal sabía que la demanda iba a crecer exponencialmente en un futuro próximo. Las aleaciones anteriores no ofrecían la capacidad suficiente. "Nadie quiere una aleación que se ablande durante el proceso", comenta Roger. "Cuando diseñamos y fabricamos esas bobinas más anchas, se combaron dentro de los hornos. Para mejorar la estabilidad, sabíamos que teníamos que usar polvo en el proceso de producción, ya que te permite enfriar el material mucho más rápido; esta característica ofrece una estructura que es más resistente cuando se somete a altas temperaturas".
Los primeros intentos fueron prometedores. Poco después de que Roger se uniera al equipo, justo después de la universidad, se decidió comenzar a realizar pruebas beta con la aleación experimental llamada Kanthal AZ con clientes seleccionados en Alemania, Japón y Estados Unidos. El cliente "se volvió loco de alegría", recuerda Roger; le pidió a Kanthal que pusiera en marcha la producción a escala comercial de inmediato.
Sin embargo, los contratiempos no tardaron en llegar: producir de forma uniforme esta aleación y mantener el mismo alto estándar no fue tarea fácil. "Los fallos no eran continuos, pero sí registraban la frecuencia suficiente como para que apenas pudiéramos mantenernos al día con la demanda; además, desperdiciábamos demasiado material durante la producción", recuerda Roger. "Después de, aproximadamente, un año, algunas personas en Kanthal pensaron que era hora de abandonar el barco, porque el coste era demasiado alto; pero nuestro equipo se negó a darse por vencido. Teníamos una mezcla de fastidio y esperanzas; por último, llegamos a la conclusión de que hay que estar preparado para fallar una y otra vez, porque cuando se analizan esos fracasos, aprendes de ellos. Creemos que esa es la única manera de avanzar".
Al equipo le tomó otro año hasta que finalmente logró estabilizar la fórmula. Fue entonces cuando Kanthal® APM se lanzó a un mercado más amplio: en términos técnicos, Kanthal® APM una aleación ferrítica de hierro-cromo-aluminio (aleación de FeCrAl) pulvimetalúrgica avanzada y reforzada por dispersión. Hasta la fecha, Kanthal® APM es un éxito de ventas. Además, como todos sabemos, la revolución informática fue y es un hecho. Para poner en perspectiva el desarrollo de las bobinas de calentamiento, casi han duplicado su tamaño, de entre 250-300 mm de diámetro hace tres décadas a entre 450-500 mm, lo que no habría sido posible sin el nuevo material. Desde entonces, se han encontrado diversas aplicaciones nuevas para Kanthal® APM en diferentes áreas industriales, y aún se están explorando aplicaciones nuevas.
"Para ser honesto, durante ese año en la década de 1980, cuando tuvimos tantos problemas, se sintió bastante desalentado. El material se agrietaba, se desmoronaba y descomponía en desecho", confiesa Roger, "pero mirando en retrospectiva, Kanthal® APM es una de las principales razones por las que Kanthal es la empresa que es hoy".
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